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lunes, 24 de noviembre de 2014

JUGAR CON DIOS






Un día se acercó un hombre a un grupo de niños que estaban jugando en un patio. El buen 

hombre se puso a dar brincos y hacer toda clase de payasadas y juegos para divertirlos. La madre 

de uno de los chicos lo observaba todo desde la ventana. Al poco tiempo se bajó al patio y se llegó a su hijo. 

- Ah! -, le insinuó -, este hombre es un santo de verdad. Hijo mío, ve con él.

El hombre puso la mano sobre el hombro del chico y le susurró:

- Dime amigo, ¿Qué quieres hacer?

- No sé, respondió el chamo. ¿Que quiere usted que haga?

- Eres tú el que tienes que decirme lo que quieres hacer.

- ¿Yo?- Pues a mí me gusta jugar.

- Entonces, ¿quieres jugar con el Señor?

El muchacho quedo sorprendido sin saber qué decir. Entonces el santo añadió:

- Si tú consigues jugar con el Señor, harás lo más hermoso que se puede hacer. todos 

toman a Dios tan en serio que lo han hecho mortalmente aburrido. Juega con Dios, hijo mío. Es un 

compañero de juego incomparable. 

(La silla vacía y otras historias, Bruno Ferrero)

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